Fases del sueño y sus caracteristicas

Secretos del sueño

La arquitectura del sueño humano

El sueño no es un estado uniforme ni lineal. Se organiza en ciclos que duran entre 90 y 120 minutos y que se repiten de cuatro a seis veces a lo largo de la noche. Cada ciclo combina diferentes fases que alternan entre sueño ligero, sueño profundo y sueño paradójico. La secuencia es dinámica: el cuerpo y el cerebro transitan por estas etapas con variaciones en la actividad cerebral, la respiración, el ritmo cardíaco y la función muscular.

Sueño NREM y sueño REM: dos grandes bloques

La clasificación del sueño se divide en dos categorías principales: sueño NREM (No Rapid Eye Movement) y sueño REM (Rapid Eye Movement). El primero abarca tres fases progresivas que van desde la somnolencia ligera hasta el sueño profundo. El segundo, el sueño REM, corresponde a la etapa en la que ocurren los sueños más vívidos y donde se registran movimientos oculares rápidos. Ambos son esenciales y se complementan para garantizar un descanso reparador.

Fase N1: transición de la vigilia al sueño

La fase N1 representa la entrada al sueño. Se caracteriza por una reducción del tono muscular y una actividad cerebral que comienza a desacelerarse. Es común experimentar mioclonías hipnagógicas, esos espasmos repentinos que nos hacen sentir como si cayéramos al vacío. Esta etapa dura pocos minutos y constituye alrededor del 5% del tiempo total de sueño. En este momento, el entorno aún puede despertarnos fácilmente, ya que el sueño es muy superficial.

Fase N2: consolidación del sueño ligero

La fase N2 es la más prolongada, representando entre el 45 y el 55% del sueño total en adultos. Aquí, la temperatura corporal desciende, el ritmo cardíaco se estabiliza y la actividad cerebral muestra patrones característicos: husos del sueño y complejos K. Los husos son ráfagas de ondas rápidas que protegen el sueño de estímulos externos, mientras que los complejos K actúan como una especie de “interruptores” que ayudan a mantener la desconexión. Esta fase es clave para la consolidación de la memoria y el aprendizaje.

Fase N3: el sueño profundo o de ondas lentas

La fase N3, también llamada sueño de ondas lentas, es la etapa más reparadora. Representa entre el 15 y el 25% del descanso total y se caracteriza por ondas cerebrales lentas, conocidas como ondas delta. Durante este período, el cuerpo alcanza su máxima relajación: la presión arterial disminuye, la respiración se hace más uniforme y los músculos se relajan casi por completo. Aquí ocurren procesos vitales como la secreción de la hormona del crecimiento y la reparación de tejidos. Despertar en esta fase genera confusión y desorientación, lo que se conoce como inercia del sueño.

Sueño REM: el escenario de los sueños vívidos

El sueño REM aparece aproximadamente 90 minutos después de dormir y se repite varias veces en la noche, con episodios cada vez más largos. Al inicio puede durar 10 minutos, pero hacia la madrugada se extiende hasta 40 minutos. Se caracteriza por una intensa actividad cerebral, comparable a la vigilia, y por los movimientos oculares rápidos que le dan su nombre. Aunque el cerebro está activo, el cuerpo permanece en atonia muscular, una parálisis funcional que evita que actuemos físicamente los sueños. Esta fase está estrechamente vinculada con la consolidación de la memoria emocional y el aprendizaje creativo.

Cambios fisiológicos a lo largo del ciclo

Cada fase del sueño trae consigo modificaciones específicas en los sistemas corporales. En N1 y N2 predominan ajustes graduales: reducción del tono muscular y estabilización de funciones vitales. En N3, el sistema inmunológico se refuerza y los niveles de glucosa en sangre se regulan. En REM, por el contrario, la respiración y la frecuencia cardíaca se vuelven irregulares, con picos de actividad similares a los estados de alerta. Estos cambios reflejan cómo el sueño no es pasividad, sino una reorganización biológica activa.

La proporción de fases según la edad

La distribución de las fases del sueño no es estática y varía con la edad. En los recién nacidos, el sueño REM ocupa hasta el 50% del tiempo total, lo que favorece el desarrollo cerebral. En la adultez, REM se estabiliza en un 20 a 25%, mientras que N3 representa entre un 15 y 20%. En los adultos mayores, el sueño profundo disminuye de manera significativa, lo que explica la sensación de descanso menos reparador con el paso de los años.

Alteraciones que afectan las fases del sueño

Trastornos como el insomnio, la apnea obstructiva del sueño o el síndrome de piernas inquietas interrumpen el ciclo natural y reducen las fases más reparadoras. Por ejemplo, la apnea fragmenta el sueño profundo al generar microdespertares repetidos, mientras que el insomnio dificulta alcanzar REM de manera estable. La consecuencia es un descanso superficial que no logra cumplir las funciones cognitivas, metabólicas e inmunológicas que cada fase aporta.

La importancia de un ciclo completo

Un ciclo de sueño sin interrupciones permite que el cuerpo transite por todas las fases de manera equilibrada. Cuando se interrumpe, por ejemplo, tras dormir solo cuatro o cinco horas, se pierden fases REM largas y parte significativa del sueño profundo. Esto explica por qué dormir poco no solo genera cansancio físico, sino también dificultades cognitivas: la memoria, la concentración y la regulación emocional dependen de una arquitectura de sueño completa y repetida.


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